DESDE BORMUJOS, iría a unirme a los acampados en cualquiera de las plazas principales de nuestras ciudades, y propondría unificar los diversos criterios reivindicativos, en este sólo: desparasitación masiva.
Sí, desparasitación, pues no creo que los problemas que han provocado esta crisis, tengan su origen en el sistema financiero, ni en los mercados, ni en la burbuja inmobiliaria, ni en ninguna otra cosa más que en los parásitos.
Me siento parasitado por tantos y tantos individuos camuflados en la clase política.
Admito que es necesaria la existencia de un gobierno central, pero no de otros 17 gobiernecitos que nos chupan la sangre; que nos parasitan.
Admito que es necesario un Congreso de Diputados, que legisle, compuesto por los representantes que elijamos, pero no es menos cierto que elegimos demasiados, que sobra más de la mitad, y esa mitad que sobra, nos parasita.
Además del Parlamento, existe otra cámara que es el Senado y que nadie sabe para qué sirve, salvo para parasitarnos (perdóneseme la redundancia).
Lo malo es que, además, estos parásitos de primer orden, forman cual si liendres fueran, sucesivas camadas de nuevos parásitos, bajo la forma de otros personajillos, (consejeros, asesores, secretarios, directores, etc., etc. etc.… y se me acabarían los etcéteras para enumerarlos.
Pero después de lo malo, llega lo peor, pues como si de una plaga se tratara, estos parásitos se extienden inventando empresas públicas, que dan cobijo a otros parásitos, que no caben ya dentro de los organismos oficiales, y la consecuencia de tanta y tan continuada succión, es que ya no nos queda sangre para abastecer tanto insano apetito, lo que provoca LA CRISIS.
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